El Mal Estructural de la Argentina
Problema Económico/Ètico: Hay un exceso de economisismo en el sentido de que se piensa demasiado en términos económicos. Y la verdad es que la economía es una ciencia que no siempre va de la mano de la ética. Este divorcio entre economía y ética me parece que es uno de los graves problemas de la Argentina. Y el quiosco de tal o cual…
Problema Cultural: la cuestión educacional, encarnada en el proceso de destrucción de la escuela pública. La argentina se resiste a respetar y venerar la cultura. Problema de la Justicia: la impunidad generalizada que se ha convertido, en la Argentina, en una miserable conducta del poder, a la vez que un padecimiento de sus ciudadanos. Esto conlleva otro problema: incapacidad de consenso. Las únicas salidas para el desarrollo de la Argentina, las salidas para el desarrollo y para que el futuro sea atractivo y merezca ser vivido dependerá que en todo momento los ciudadanos tengan memoria, el cerebro entrenado, capacidad crítica y audacia. La seguridad social depende también y exactamente de eso mismo: de la memoria, la inteligencia y la audacia que tantas resistencias provocan dentro del país. No hay otra vía para tener futuro.
La preocupación por la imágen argentina en el exterior: La preocupación que los argentinos, en general, tienen por su imágen en el exterior es típicamente autoritaria y denota, desde luego, inseguridad. Muchos recordarán la famosa frase: “los argentinos somos derechos y humanos”. Apuntaba a lo mismo: a contrarestar lo que todo el mundo pensaba y sabía de los argentinos: que vivían bajo una dictadura que atropellaba reiteradamente los derechos humanos, como despues, en democracia, se demostró. Pero hay que reconocer que no se trata de una conducta solamente militar. La verdad es que es una preocupación que está en el tejido social argentino. Y esto de andar agrediendo con golpes bajos, hace que el “parecer una sociedad” sea más importante que lo que “realmente se es”. Lo cual también es una verdadera hipocresía. Quien vive pendiente de cómo lo ven los demás, acaba preso de la opinión ajena.
Si es arquetipico en todo el mundo que el armenio hace alfombras, el árabe es tendero, el judío comerciante, el gallego gastronómico, el japonés tintorero y el tano industrioso y gritón, el argentino suele ser considerado mas prototípicamente como un “Chanta”: que no es otra cosa que una falta absoluta de ética y de vergüenza, pretendidamente disculpable por su aparente menos cuantía o por aquella “simpatía comunicativa”.
Me parece que todavía hay demasiada autosuficiencia en el argentino medio. Ese absurdo sentimiento de habitar el ombligo del mundo, de tener el “mejor país del mundo”, y la “avenida mas larga y mas ancha del mundo”, “las minas mas lindas del mundo” y lo “más de esto y lo más de lo otro”. Esa inexplicable y poco graciosa frase: “Dios es argentino”. Tanto complejo de figuración es en esencia demostración de inmadurez y atraso cultural. Y de perfecta convivencia con la mentira y el eufemismo. Algo como si fuera… pero no lo es!